Desprendido de mis sueños entresijos.
Llevo la mirada turbia y un par de sollozos.
Cuán daño puede hacer una persona,
sus armas, sus guerras.
Una bala disparada con desapego.
Una bomba detonada entre los pies.
Un empujón y al abismo.
Tantos objetos. Tantos entes.
Arrancado de mis anhelos, me detengo,
traigo la voz entre cortada y vacilante.
Cuán daño puede hacer un individuo,
sus comportamientos, sus actitudes.
Arruinadas están sus conciencias.
Arrogantes creyendo poder hacerlo todo.
Insignificantes algunos para otros.
Tantas maldades. Tantos perversos.
Pasmado y desconcertado aún. Giro. Observo.
Llevo una lenta y enigmática sensación
-preguntan mis más íntimos recelos-
Qué tanto daño hace tan sólo un par de palabras,
una expresión arraigada a perdigones asesinos
que despojan los vestidos a los pensamientos,
lo que en verdad significa alguien para otro.
Demolición perfecta, corta, silenciosa.
Crimen que paga la víctima aún más
si estima existía – decepción.
Cuán doloroso es aquel azote.
Las traiciones. Las calumnias. Los odios
diciendo ser amores.
Todo sale por la boca:
El arma más mortal del hombre.
-Dalex.